Todo lo que ingerimos tiene una influencia directa sobre nuestra salud general, tanto positiva como negativamente. Así, si cuidamos nuestra alimentación, estaremos también cuidando de nuestra salud, en especial de nuestra salud bucal.

En la mayoría de las ocasiones relacionamos el estado de nuestra boca con la cantidad de caries que tenemos. Y puede ser un buen indicativo, aunque también hay que tener en cuenta otros factores como el estado de las encías, la presencia de placa o el estado de cada pieza dental.

Algunos hábitos como la incorporación de enjuagues bucales o pastas dentífricas ricas en flúor nos ayudan a mantener a raya este tipo de enfermedad dental, pero existen factores que aumentan o disminuyen las probabilidades que existen de que la desarrollemos. El tipo de alimentación que consumimos es uno de los más influyentes.